Verano cálido, es quizá el mejor pronóstico que preferimos escuchar y el clima que a todos nos encanta para planear las próximas vacaciones, parrilladas con los amigos, bronceados perfectos, visitar destinos turísticos en diferentes partes de la Unión Americana o, realizar ese viaje soñado a las playas del caribe. Lamentablemente, ese delicioso sol veraniego, ha sido sustituido por un inclemente calentamiento global y muchos, cientos de lugares están comenzando a cambiar su aspecto paradisíaco, por desagradables escenarios dantescos.

Sin embargo, y para desgracia de los habitantes del planeta, en los últimos años, esta realidad se ha venido transformando y el caribe mexicano se ha convertido en un fiel testigo del daño que el desarrollo de la humanidad está causando a este majestuoso destino. Sus hermosas playas de arenas blancas con el característico mar turquesa, se ven invadidas año tras año y cada vez más alarmante por esa mancha ocre de olor pesado que ocasiona la macroalga conocida como Zargazo. Sin tratar de profundizar en escenarios científicos, expertos señalan que este fenómeno ha venido evolucionando gracias al cambio climático y al cambio en la temperatura de los océanos, alterando todo el comportamiento biológico generando una crisis medioambiental.

Hoy, pensar en el Caribe mexicano, es pensar en una enorme oportunidad de revertir el daño que le estamos haciendo al planeta, es pensar a futuro y asumir nuestra responsabilidad con las generaciones venideras es valorar en qué lugar van a jugar nuestros niños y sus niños, es valorar todas las especies, nuestra especie. Es pensar en la devastación de la civilización maya para recordar lo frágil que es la vida y el desarrollo ante las defensas naturales de nuestra madre tierra.